
Saber por qué aúllan los perros es fundamental para entender lo que intentan comunicar. Puede parecer un gesto misterioso o incluso inquietante, pero en realidad el aullido es una de las formas más antiguas de expresión en los caninos. Comprenderlo te ayudará a responder mejor a sus necesidades y fortalecer el vínculo con tu mascota.
A lo largo de este artículo descubrirás las razones científicas, emocionales y conductuales detrás de cada aullido, y aprenderás cuándo es normal y cuándo requiere acción inmediata.
El origen natural del aullido canino

El aullido no es un comportamiento aprendido ni una mala costumbre: es parte fundamental del ADN de tu perro. Para entender por qué tu compañero canino emite este sonido tan característico, debes remontarte miles de años atrás, cuando los perros aún no existían como los conoces hoy.
Sus ancestros, los lobos, ya utilizaban el aullido como herramienta de supervivencia y cohesión social. Esta conexión ancestral explica por qué incluso el chihuahua más pequeño puede emitir un aullido que recuerda a los lobos que aúllan en las montañas.
Herencia del lobo: una forma de comunicación ancestral
El aullido es una herencia directa del lobo. En la naturaleza, los lobos lo usan para mantener el contacto con su manada, marcar territorio o avisar de algún peligro. Aunque los perros domésticos han cambiado mucho con el tiempo, aún conservan ese instinto profundamente arraigado en su genética.
Los estudios etológicos demuestran que los lobos que aúllan pueden comunicarse a distancias de hasta 10 kilómetros en campo abierto. Este sistema de comunicación de largo alcance les permite coordinar cacerías, alertar sobre intrusos y reunir a la manada dispersa. Tu perro, aunque viva en un apartamento urbano, mantiene esa misma programación biológica.
Lo fascinante es que el aullido varía según la edad, el rango social y la situación. Un lobo alfa aúlla de forma diferente a un juvenil, y tu perro también modula su aullido según lo que quiere transmitir. Esta complejidad vocal es evidencia de una evolución comunicativa sofisticada que has heredado en tu mascota moderna.
Cómo usan los perros el aullido para expresarse
Los perros no aúllan sin motivo. A través de este sonido, pueden pedir atención, manifestar ansiedad, comunicarse con otros perros o incluso expresar emoción. Cada aullido tiene un propósito distinto según el contexto, y aprender a diferenciarlos es clave para ser un tutor responsable y empático.
Los especialistas en comportamiento canino han observado que los perros adaptan su aullido al entorno humano. Mientras los lobos aúllan principalmente al amanecer y atardecer, los perros domésticos pueden hacerlo en cualquier momento del día, especialmente cuando detectan patrones que asocian con la ausencia o presencia de sus tutores.
La duración, el tono y la frecuencia del aullido varían según la emoción que experimenta el perro. Un aullido corto y agudo suele indicar alerta inmediata; uno prolongado y melódico puede expresar soledad o búsqueda de contacto social. Los perros también combinan el aullido con otros elementos del lenguaje corporal: posición de las orejas, cola, postura general.
Observar estos detalles te dará una lectura mucho más precisa de lo que tu perro está intentando decirte.
10 razones por las que los perros aúllan

Los expertos en comportamiento canino han identificado que
la mayoría de los aullidos se pueden clasificar en diez categorías principales. Cada una responde a una necesidad, emoción o estímulo específico.
Conocer estas razones te permitirá responder adecuadamente y mejorar significativamente la calidad de vida de tu perro. Veamos en detalle cada una de ellas.
Llamada de atención o necesidad de cariño
A veces, el perro simplemente quiere que lo mires o lo acompañes. Si cada vez que aúlla acudes a él, aprenderá que el aullido atrae tu atención y lo repetirá con frecuencia.
La mejor respuesta es ofrecerle cariño y compañía de forma equilibrada, sin reforzar el comportamiento cada vez.
Este es uno de los casos más comunes en consultas veterinarias de comportamiento. Los perros son animales extremadamente inteligentes que aprenden por asociación.
Si descubren que aullar produce una respuesta inmediata de su tutor (incluso si es regañarlo), repetirán la conducta porque cualquier atención es mejor que ninguna.
La clave está en reforzar los momentos de calma. Cuando tu perro esté tranquilo y en silencio, acércate a él, acarícialo y juega.
Así aprenderá que la tranquilidad, no el aullido, es lo que genera tu presencia. Muchos perros que parecían «aulladores compulsivos» se transforman simplemente ajustando el momento de entrega de atención por parte del tutor.
Ansiedad por separación
Cuando un perro se queda solo por mucho tiempo, puede sentir ansiedad. Aullar es su forma de decir que se siente incómodo o inseguro.
Proporcionarle juguetes interactivos, paseos regulares y rutinas estables ayuda a reducir este tipo de ansiedad.
La ansiedad por separación es un trastorno real que afecta aproximadamente al 20-40% de los perros
tratados en centro de comportamiento caninos. No es capricho ni manipulación: es un estado de pánico genuino que experimenta el perro cuando se siente abandonado.
Algunos perros aúllan hasta quedar afónicos, intentando desesperadamente llamar a tú manada.
Los síntomas incluyen aullidos que comienzan minutos después de tu partida, destrucción de objetos cercanos a puertas o ventanas, salivación excesiva y, en casos graves, autolesiones. Si sospechas que tu perro sufre esto, la solución no es simplemente dejarlo más tiempo solo para que «se acostumbre».
Necesita un programa de desensibilización gradual, que puede incluir salidas de práctica de pocos segundos que aumentan progresivamente, combinadas con recompensas cuando permanece tranquilo.
Los juguetes tipo Kong rellenos de comida, la música relajante específica para perros y las feromonas sintéticas (DAP) pueden ser complementos útiles, pero nunca sustituyen el trabajo conductual de base realizado por un profesional en trastornos de conducta.
Respuesta a ruidos o sirenas
Los perros tienen un oído muy sensible y pueden percibir frecuencias que los humanos no escuchamos. Por eso, al oír una sirena, alarma o incluso una melodía aguda, muchos aúllan como respuesta automática, no por miedo, sino por imitación o reacción auditiva.
El rango auditivo humano va de 20 Hz a 20.000 Hz, mientras que los perros perciben desde 40 Hz hasta 60.000Hz. Esto significa que detectan ultrasonidos completamente inaudibles para ti.
Las sirenas de ambulancias, bomberos o policía suelen tener frecuencias que, para el oído canino, se parecen al aullido de otros perros o de los lobos que aúllan en la distancia.
Lo interesante es que este comportamiento no indica estrés necesariamente. Algunos perros aúllan al escuchar sirenas con el cuerpo relajado, la cola en posición neutra y hasta cierta expresión de «disfrute».
Es como si estuvieran participando en un coro canino virtual. Algunos expertos sugieren que podría ser un remanente del comportamiento de manada: cuando un miembro aúlla, los demás se unen para reforzar la cohesión grupal.
Si tu perro aúlla ante sonidos agudos pero no muestra signos de ansiedad (temblores, escape, esconderse), simplemente está siendo… perro. No necesita corrección.
Dolor o malestar físico
Si tu perro aúlla acompañado de signos como apatía, falta de apetito o debilidad, podría estar sufriendo dolor. En estos casos, lo correcto es acudir al veterinario lo antes posible. El aullido puede ser una señal de alerta ante una lesión o enfermedad que no es visible externamente.
Los veterinarios han documentado casos donde el aullido fue el primer y único síntoma de problemas serios: desde otitis severas y displasia de cadera, hasta torsiones gástricas en fase inicial.
Los perros tienen un umbral de dolor alto y tienden a ocultar el malestar por instinto de supervivencia (en la naturaleza, un animal que muestra debilidad es vulnerable). Cuando aúllan por dolor, significa que el malestar ya es considerable.
Presta atención a estos signos de alarma: aullidos que aparecen al tocar ciertas zonas del cuerpo, al levantarse o acostarse, durante la noche sin razón aparente, o acompañados de respiración acelerada, pupilas dilatadas o posturas rígidas. Un perro que aúlla y no quiere jugar, comer o interactuar requiere evaluación veterinaria urgente.
No administres analgésicos humanos (paracetamol, ibuprofeno) ya que son tóxicos para perros. La evaluación profesional es imprescindible para un diagnóstico correcto.
Estrés o falta de ejercicio
Los perros que no descargan su energía tienden a mostrar comportamientos como ladrar o aullar en exceso. Paseos diarios, juegos o entrenamiento son fundamentales para mantener su equilibrio físico y emocional. especialmente en razas de trabajo o pastoreo.
El estrés acumulado por falta de actividad física es una de las causas más subestimadas de problemas conductuales. Un perro con energía contenida es como una olla a presión: eventualmente necesita liberar esa tensión, y el aullido puede ser su válvula de escape.
Border Collies, Huskies Siberianos y otras razas de alta energía suelen aullar compulsivamente hasta que sus tutores implementan rutinas de ejercicio adecuadas.
La cantidad de ejercicio necesario varía según raza, edad y condición física. Un Beagle adulto puede necesitar 60-90 minutos diarios de actividad, mientras que un Bulldog Francés se conforma con 30 minutos.
Pero no se trata solo de caminar: necesitan estimulación mental. Juegos de olfato, entrenamiento de trucos, circuitos de agility caseros o simplemente tiempo de juego libre en un espacio seguro pueden marcar la diferencia.
Un perro cansado es un perro feliz y silencioso. Si tu perro aúlla por la tarde-noche y no ha tenido actividad suficiente durante el día, la solución es obvia: más ejercicio, menos aullidos.
Señal de hallazgo o alerta
Algunos perros aúllan cuando encuentran algo o perciben un cambio en su entorno. Es una forma de decir “ven, mira esto”.
Este comportamiento es más común en razas con fuerte genética para cazar, como Beagles, Sabuesos o Basset Hounds.
Este tipo de aullido es especialmente característico en perros de rastreo. Históricamente, los cazadores entrenaban a sus sabuesos para aullar cuando localizaban una presa, permitiendo al humano seguir el sonido a través de bosques densos.
Tu perro moderno puede aullar al encontrar un juguete perdido, detectar un roedor en el jardín o percibir la llegada de alguien antes de que toque el timbre.
Lo que resulta fascinante es la especificidad de este aullido: suele ser más corto, repetitivo y con un tono diferente al aullido por ansiedad. El perro puede alternar entre aullidos y ladridos, y su lenguaje corporal muestra excitación más que angustia: cola alta y moviéndose, orejas erguidas, cuerpo inclinado hacia el objeto o dirección de interés.
Si tu perro pertenece a una raza de caza o rastreo, este comportamiento es completamente normal y forma parte de su propósito original. No debes castigarlo, pero sí puedes canalizarlo mediante deportes caninos como rastreo o mantrailing.
Presencia de extraños o cambios en el entorno
Cuando detectan personas desconocidas o sonidos inusuales, muchos perros aúllan para alertar. No es agresividad, sino una manera natural de proteger su espacio y avisar a su cuidador de una posible amenaza o novedad en el territorio.
Este comportamiento de alerta territorial está profundamente relacionado con el rol del perro como guardián.
Incluso razas pequeñas o tradicionalmente no guardianas pueden exhibir este tipo de aullido. Se observa en Caniches, Chihuahuas y hasta en Golden Retrievers, tradicionalmente considerados poco territoriales.
La diferencia entre un aullido de alerta y uno agresivo está en el contexto y los signos corporales asociados.
El aullido de alerta suele estar precedido por una postura de atención: cabeza alta, orejas dirigidas hacia el estímulo, cuerpo ligeramente tenso pero sin señales de agresión (pelo erizado, dientes expuestos, gruñidos). Es más una «notificación» que una amenaza.
Si tu perro aúlla cada vez que pasa alguien frente a tu casa o cuando llega un delivery, está cumpliendo su función ancestral de vigilancia. Puedes trabajar en reducir la intensidad mediante entrenamiento de desensibilización, pero reconoce que está tratando de cuidar de ti y su hogar.
Falta de cuidados o rutina
Un perro descuidado, con poca atención o estimulación, puede aullar para expresar malestar. El aullido, en este caso, es un reclamo de bienestar. Asegúrate de ofrecerle tiempo, higiene, alimentación y afecto constantes.
En situaciones de negligencia o abandono emocional, el aullido se convierte en una expresión de frustración y sufrimiento. Los profesionales han documentado casos de rescate donde perros mantenidos en condiciones de aislamiento extremo desarrollaban patrones de aullido casi continuos.
Este tipo de vocalización suena diferente: es más desesperada, menos estructurada y frecuentemente acompañada de otros comportamientos estereotipados como caminaren círculos o automutilación.
Los perros son animales sociales que necesitan interacción, estructura y previsibilidad. Una rutina clara de alimentación, paseos, juego y descanso proporciona seguridad emocional.
Cuando estas necesidades básicas no se cubren, el aullido es su única herramienta para comunicar que algo está profundamente mal.
Si has adoptado recientemente un perro que aúlla mucho, dale tiempo para adaptarse, pero también asegúrate de estar cubriendo todas sus necesidades.
A veces, el problema no es la cantidad de tiempo que pasas con él, sino la calidad de ese tiempo. Diez minutos de juego enfocado y presente valen más que una hora de compañía pasiva mientras miras el teléfono.
Comunicación con otros perros
El aullido también es un lenguaje social. Es su modo de “hablar” con otros perros cercanos, especialmente en zonas donde se oyen mutuamente.
Les permite indicar su presencia o responder a otro canino o simplemente mantener el contacto vocal con su comunidad perruna.
Este fenómeno es particularmente notable en vecindarios con varios perros. A veces, un perro inicia el aullido y los demás se unen en una especie de «conversación en cadena» que puede durar varios minutos.
Es la versión moderna del coro de lobos que aúllan en la naturaleza, y cumple funciones similares: reforzar vínculos sociales y establecer presencia territorial.
Investigaciones sobre comunicación canina sugieren que los perros pueden reconocer a individuos específicos por su aullido, similar a cómo nosotros reconocemos voces humanas. Tu perro podría estar literalmente «saludando» al perro de dos casas más allá o respondiendo a una invitación de juego.
En entornos urbanos densos, este comportamiento puede generar tensiones con vecinos. La solución no es castigar al perro por su comportamiento natural de comunicación, sino trabajar en momentos específicos del día donde el aullido social sea menos disruptivo, y reforzar el silencio durante horas sensibles.
Estado emocional y vínculos afectivos
En ocasiones, los perros aúllan de felicidad o emoción, sobre todo cuando saludan a su cuidador después de un tiempo separados. Es una manera de liberar energía y mostrar afecto de forma explosiva y genuina.
Este tipo de aullido revela la profundidad del vínculo entre perro y humano. Algunos perros aúllan al ver a su tutor después de unas horas como si hubieran estado separados por años. Es pura emoción sin filtro, y aunque puede ser ruidoso, es también un testimonio del amor incondicional que te tiene.
Algunos perros aúllan también durante el juego intenso, especialmente razas vocales como Huskies Siberianos, Malamutes de Alaska o Beagles. No es angustia: es excitación pura.
Puedes distinguirlo porque el aullido está acompañado de «arcos de juego» (parte delantera agachada, trasero arriba), cola en constante movimiento y expresión facial relajada.
Curiosamente, algunos perros también «aúllan» de forma más suave y gutural cuando están muy relajados recibiendo caricias, casi como un ronroneo canino. Es su forma de decir «esto se siente increíble, no pares».
Estos momentos de conexión profunda son recordatorios de por qué convivir con perros enriquece tanto nuestras vidas.
Qué hacer si tu perro aúlla mucho

Cuando el aullido se vuelve frecuente o problemático, es fundamental adoptar un enfoque sistemático y empático. No se trata de eliminar el comportamiento a la fuerza, sino de entender su causa raíz y abordarla de manera efectiva.
En esta sección encontrarás estrategias probadas que han demostrado resultados consistentes. Recuerda: cada perro es único, y lo que funciona para uno puede requerir ajustes para otro.
Revisión de salud: cuándo acudir al veterinario
Si el aullido se repite con frecuencia y se acompaña de cambios en el comportamiento, es importante descartar un problema físico. Un examen veterinario puede revelar causas médicas que a simple vista no se perciben, desde dolor crónico hasta deficiencias sensoriales.
Los veterinarios han documentado casos donde aullidos inexplicables resultaron ser síntomas de hipotiroidismo, problemas dentales severos, artritis degenerativa o incluso tumores.
El dolor crónico en perros mayores es especialmente traicionero porque se desarrolla gradualmente, y el perro se «acostumbra» hasta que el malestar es tan intenso que necesita vocalizarlo.
También considera problemas de audición. Los perros que están perdiendo el oído a veces aúllan más porque no pueden modular su propio volumen, similar a como las personas con pérdida auditiva tienden a hablar más alto. Un veterinario puede evaluar la función auditiva mediante pruebas específicas.
No esperes a que aparezcan síntomas obvios. Si el aullido de tu perro cambia en frecuencia, duración o tono sin razón aparente, agenda una consulta. La detección temprana de problemas médicos siempre resulta en mejor pronóstico y menos sufrimiento para tu compañero.
Cómo reducir la ansiedad y el aburrimiento
Para mantener a tu perro emocionalmente equilibrado y reducir aullidos por ansiedad o aburrimiento, implementa estas estrategias probadas:
- Mantén rutinas estables de paseo y comida. Los perros prosperan con la previsibilidad. Sal a la misma hora cada día, alimenta en horarios fijos. Esto reduce la ansiedad de anticipación y proporciona estructura a su día.
- Proporciónale juguetes de estimulación mental. Los rompecabezas caninos, juguetes dispensadores de comida tipo Kong y alfombras de olfato mantienen su mente ocupada. Un perro mentalmente cansado aúlla menos que uno físicamente exhausto pero mentalmente aburrido.
- No lo castigues por aullar; identifica la causa primero. El castigo puede suprimir temporalmente el comportamiento, pero si no abordas la causa subyacente, el problema reaparecerá o se manifestará de otras formas (destrucción, agresividad, estereotipias).
- Deja música suave o sonidos relajantes cuando esté solo. Estudios han demostrado que música clásica o composiciones específicas para perros reducen los niveles de cortisol (hormona del estrés). El sonido de fondo también enmascara ruidos externos que podrían desencadenar aullidos.
Además, considera estos puntos adicionales recomendados por especialistas: enriquecimiento ambiental mediante rotación de juguetes (no dejes todos disponibles siempre, rota semanalmente para mantener la novedad), ventanas con vistas a zonas de actividad para perros que pasan tiempo solos, y en casos de ansiedad severa, consulta con un profesional en trastornos de conductas severas certificado que pueda diseñar un programa de modificación conductual personalizado.
Estrategias para mejorar su bienestar diario
Dedícale tiempo de calidad, juega con él de forma activa y evita dejarlo aislado por períodos prolongados. Un perro equilibrado emocionalmente aúlla menos, porque no necesita hacerlo para comunicar necesidades insatisfechas o malestar.
El bienestar canino se construye sobre cinco pilares fundamentales validados por expertos: ejercicio físico adecuado a su edad y raza, estimulación mental diaria, socialización apropiada con otros perros y personas, atención veterinaria preventiva y, fundamentalmente, vínculo emocional sólido con su tutor.
Implementa «tiempo de calidad» estructurado: 15 minutos diarios de entrenamiento de trucos nuevos, sesiones de juego interactivo donde TÚ participas activamente (no solo lanzar una pelota y sentarte), paseos exploratorios donde permites que tu perro olfatee y explore a su ritmo (no solo marchas rápidas), y momentos de contacto físico tranquilo: caricias conscientes, masajes, simplemente estar juntos sin distracciones.
La prevención siempre es más efectiva que la corrección. Un perro que recibe todo lo que necesita emocional y físicamente no desarrolla problemas de aullido excesivo. Es así de simple, y así de complejo.
Cuándo preocuparse y cuándo es algo normal

No todos los aullidos requieren intervención, pero algunos son señales claras de que algo necesita atención. Aprender a distinguir entre ambos te ahorrará preocupaciones innecesarias y te permitirá actuar rápidamente cuando realmente importa.
Señales de alarma que requieren atención profesional
A continuación encontrarás criterios claros basados en experiencia clínica para que puedas evaluar la situación de tu perro con confianza.
Señales de alarma que requieren atención profesional
Busca ayuda veterinaria o de un especialista en comportamiento si observas:
- Aullidos constantes y sin motivo aparente. Si tu perro aúlla durante horas sin pausa, sin responder a estímulos ni calmarse con tu presencia, algo está mal. Puede ser dolor, enfermedad neurológica o trastorno compulsivo.
- Cambios en apetito o energía. Cuando el aullido se acompaña de pérdida de interés en comida, juegos o actividades que normalmente disfruta, es señal de que el problema es más profundo que una simple vocalización.
- Gemidos, temblores o comportamientos de dolor. Aullidos que se convierten en gemidos, especialmente al moverse o ser tocado, indican dolor físico. Los temblores pueden señalar desde frío hasta problemas neurológicos o dolor severo.
Otros signos de alarma críticos incluyen: aullidos que comienzan súbitamente en un perro que nunca había vocalizado a sí (puede indicar enfermedad aguda), aullidos nocturnos en perros mayores que antes dormían bien (posible disfunción cognitiva canina, el equivalente al Alzheimer humano), y aullidos acompañados de desorientación, caminar sin rumbo o no reconocer a familiares.
En estos casos, la visita al veterinario es fundamental para descartar enfermedades. No adoptes una postura de «esperar a ver qué pasa». Los perros no pueden decirnos «me duele aquí» con palabras, así que debes ser su defensor y buscar ayuda cuando su comunicación indica sufrimiento.
Aullidos normales por emoción o estímulo sonoro
Si tu perro aúlla solo cuando oye sirenas, cuando llegas a casa después del trabajo, o durante sesiones de juego intenso, no hay de qué preocuparse. Es parte de su naturaleza comunicativa y una muestra de vínculo emocional saludable.
Estos aullidos «benignos» tienen características distintivas: ocurren en contextos específicos y predecibles, tienen duración limitada (segundos a pocos minutos), se detienen cuando el estímulo desaparece o se satisface la necesidad, y el perro muestra lenguaje corporal relajado o positivo durante y después del episodio.
Algunos perros tienen rituales de aullido muy específicos: aullar exactamente tres veces cuando escuchan la llave en la puerta, o «cantar» junto a ciertos instrumentos musicales. Estos comportamientos son divertidos y únicos, no patológicos.
Aprende a leer el contexto y el lenguaje corporal completo, no solo el sonido. Un perro que aúlla con la cola relajada, orejas en posición neutra y disposición a interactuar inmediatamente después está bien. Uno que aúlla con el cuerpo rígido, evitando contacto visual y retrayéndose necesita evaluación.
Conclusión
El aullido de un perro no es solo ruido: es comunicación genuina, profunda y cargada de significado. Puede reflejar emoción, ansiedad, alerta, dolor o simplemente su naturaleza instintiva heredada de los lobos que aúllan bajo la luna llena.
Escuchar con atención, observar el contexto completo y entender las necesidades subyacentes es la mejor forma de saber qué quiere decirte tu compañero.
Los aullidos mal interpretados generan más problemas que los aullidos mismos. Un amo que castiga sin entender crea ansiedad adicional.
Uno que ignora señales de dolor permite sufrimiento innecesario. Pero un tutor que aprende este lenguaje canino construye un vínculo inquebrantable basado en comprensión mutua.
Tu perro no aúlla para molestarte. Aúlla porque es su forma de expresar lo que siente, lo que necesita, lo que percibe. Dale el regalo de tu atención genuina.
Observa no solo el sonido, sino todo su cuerpo, el momento del día, qué ocurrió antes y después. Cada aullido es una pieza de información valiosa sobre su mundo interno.
Con empatía, cuidado y rutinas saludables, lograrás que tu perro se sienta seguro, acompañado y feliz, sin necesidad de aullar para hacerse escuchar. Y cuando lo haga, sabrás exactamente qué te está diciendo y cómo responder de la mejor manera posible.
Esa es la verdadera maestría en la convivencia con perros: no eliminar sus comportamientos naturales, sino entenderlos, respetarlos y canalizarlos hacia una vida compartida armoniosa y enriquecedora para ambos.
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